Ya está avanzado el otoño en Mar del Plata, ya está empezando a hacer frío, sin embargo todavía se pueden ver a los surfistas disfrutando de las playas casi desiertas de esta época del año.
Yo estoy abrigado fuera del agua y me pregunto si no tienen frío, pero sus trajes de neoprene y su pasión por "jinetear" olas pueden más que el frío del cercano invierno.
Viendo con atención lo que hacen estos muchachos y muchachas, pensaba que esa búsqueda que hacen de la ola perfecta se parece mucho a lo que todos hacemos o intentamos hacer en nuestras vidas.
Uno está allí, frente a las olas, que vendrán una tras otra y elegirá si intentará subirse a ella o no.
Tratamos de hallar esa ola que nos lleve. Intentaremos subirnos a su cresta, buscaremos sumarnos a su envión y pararnos sobre y así lograr que nos lleve por unos instantes hasta el momento perfecto.
En esos intentos sucederá que fallaremos muchas veces, no podremos sumarnos a su envión, tal vez porque lo hicimos a destiempo, no aplicamos la decisión en el instante correcto, y la ola se irá. Después la veremos que se va y rompe tan hermosa como creíamos que iba a ser esa ola, pero la perdimos, no fue para nosotros.
Pero volveremos a intentarlo una y otra vez, obstinadamente, porque soñamos con esa ola, podemos imaginar ese momento de felicidad y allí esperamos, agazapados sobre la tabla, como un cazador, atentos con la mirada estudiando la marea de ondas que avanza hacia nosotros.
Algunos días el mar está "planchado" y no habrá olas. No tendremos ninguna oportunidad. Pero volveremos al otro día cargando nuestra tabla hasta la playa con toda la ilusión buscando esa ola.
Y muchas olas pasarán sin que hayamos podido subirnos a ellas, otras veces nos caeremos y nos revolcarán al intentarlo, pero llegará esa ola que estábamos esperando, lograremos sumarnos a su envión, nos vamos a parar de un salto, y allí nos deslizaremos sobre ella, habrá una lucha de fuerzas entre ese lomo revoltoso de la ola y tus piernas, y ella, rompiendo furiosa pero a la vez hermosa, perfecta, nos llevará por unos segundos eternos hacia la felicidad.
Como en la vida, estamos siempre buscando esa ola.
Claudio Camerucci
junio de 2010
ojalá seamos capaces de subirnos a la ola que esperábamos, y que ella no nos ahogo y nos mate... no sé nadar, tirarme sobre ella es una tentación, pero no exenta de temor, y temblor...
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